Propuestas para revitalizar el matrimonio (II)
Cuatro amenazas
Estos expertos señalan cuatro tendencias que están minando los beneficiosos efectos sociales que tiene el matrimonio.
El primero es el aumento de las rupturas matrimoniales:
"Desde 1960 a 2000, la tasa de divorcio en los Estados Unidos creció más del doble, pasando del 20% al 45% de todos los primeros matrimonios, aunque se aprecia un ligero descenso desde 1980. Los datos muestran que aproximadamente dos tercios de los divorcios de matrimonios con hijos tuvieron lugar en parejas con bajo nivel de conflicto, en las que la causa del divorcio no fue la violencia doméstica o el maltrato psicológico. Por desgracia, la mayor carga del divorcio de los padres recaerá sobre esos niños".
Y aquí los autores citan los abundantes estudios que han comprobado la mayor probabilidad de repercusiones sociales negativas en los hijos de divorciados (fracaso escolar, escasa relación con uno de los padres, problemas mentales, consumo de drogas, más riesgo de divorcio al llegar a adultos...).
Hijos nacidos fuera del matrimonio
"Desde 1960 a 2003, el porcentaje de hijos nacidos fuera del matrimonio creció del 5% al 35%. Aunque un creciente número de estos niños nació en parejas que cohabitaban –el 42% según una reciente estimación– la mayoría pasarán gran parte de su infancia en un hogar monoparental, entre otras cosas porque la gran mayoría de las parejas no casadas acaban separándose, también las que tienen hijos".
El mayor problema de esta situación es que niega a los hijos la oportunidad de tener dos padres comprometidos diariamente con su bienestar material y psicológico. Y los niños de familias monoparentales sufren también las desventajas asociadas con los hijos del divorcio.
Cohabitación, relación débil
Los autores consideran que el crecimiento de la cohabitación es una tendencia negativa, pues las parejas que cohabitan son por regla general más débiles que los matrimonios y dan lugar a un tipo de relación más pobre. "La cohabitación no implica el mismo nivel de compromiso moral y legal que el matrimonio; estas parejas a menudo no están de acuerdo sobre el estatus de su relación; y no reciben de sus amigos y familiares el apoyo social que reciben las parejas casadas".
Citan estudios según los cuales las parejas que cohabitan presentan mayores tasas de violencia doméstica, infidelidad sexual e inestabilidad, en comparación con las parejas casadas. La mayoría de los estudios muestran que las parejas que cohabitan antes de casarse tienen mayor riesgo de divorcio, en comparación con las parejas que se casan directamente sin cohabitación previa (aunque el riesgo de divorcio no parece ser superior en las parejas que solo cohabitan después de comprometerse).
La cohabitación no es el mejor ambiente tampoco para la crianza de los hijos. Según un reciente estudio, el 50% de los hijos nacidos en parejas de hecho verán que sus padres se han separado antes de cumplir los cinco años, mientras que en las parejas casadas eso lo experimentarán el 15% de los hijos".
Hijos en parejas homosexuales
Los académicos advierten que "la actual investigación sobre los niños criados en parejas del mismo sexo es todavía inconcluyente y poco desarrollada: no tenemos estudios longitudinales, de amplia base y a largo plazo". "Sin embargo, amplia literatura científica sobre la crianza de los hijos indica que los dos sexos aportan diferentes talentos a la educación de los hijos, y que es beneficioso para los niños crecer estando a cargo de sus dos padres biológicos".
Más claro les parece que el matrimonio entre personas del mismo sexo solo puede perjudicar al concepto de matrimonio. "El matrimonio homosexual debilita más la idea de que procreación y matrimonio están conectados. Socava la idea de que los hijos necesitan un padre y una madre, debilitando aún más la norma social de que los hombres deben responsabilizarse de los hijos que engendran. Finalmente, el matrimonio homosexual corroerá probablemente las normas de la fidelidad sexual, desde el momento que los partidarios del matrimonio gay y las parejas de este tipo tienden a minusvalorar la importancia de la fidelidad sexual en su definición de matrimonio. Estudios sobre hombres que se han unido civilmente en Vermont indican que el 50% de ellos no valoran la fidelidad sexual, y que los índices de promiscuidad sexual son altos entre los varones gays".
Estos expertos señalan cuatro tendencias que están minando los beneficiosos efectos sociales que tiene el matrimonio.
El primero es el aumento de las rupturas matrimoniales:
"Desde 1960 a 2000, la tasa de divorcio en los Estados Unidos creció más del doble, pasando del 20% al 45% de todos los primeros matrimonios, aunque se aprecia un ligero descenso desde 1980. Los datos muestran que aproximadamente dos tercios de los divorcios de matrimonios con hijos tuvieron lugar en parejas con bajo nivel de conflicto, en las que la causa del divorcio no fue la violencia doméstica o el maltrato psicológico. Por desgracia, la mayor carga del divorcio de los padres recaerá sobre esos niños".
Y aquí los autores citan los abundantes estudios que han comprobado la mayor probabilidad de repercusiones sociales negativas en los hijos de divorciados (fracaso escolar, escasa relación con uno de los padres, problemas mentales, consumo de drogas, más riesgo de divorcio al llegar a adultos...).
Hijos nacidos fuera del matrimonio
"Desde 1960 a 2003, el porcentaje de hijos nacidos fuera del matrimonio creció del 5% al 35%. Aunque un creciente número de estos niños nació en parejas que cohabitaban –el 42% según una reciente estimación– la mayoría pasarán gran parte de su infancia en un hogar monoparental, entre otras cosas porque la gran mayoría de las parejas no casadas acaban separándose, también las que tienen hijos".
El mayor problema de esta situación es que niega a los hijos la oportunidad de tener dos padres comprometidos diariamente con su bienestar material y psicológico. Y los niños de familias monoparentales sufren también las desventajas asociadas con los hijos del divorcio.
Cohabitación, relación débil
Los autores consideran que el crecimiento de la cohabitación es una tendencia negativa, pues las parejas que cohabitan son por regla general más débiles que los matrimonios y dan lugar a un tipo de relación más pobre. "La cohabitación no implica el mismo nivel de compromiso moral y legal que el matrimonio; estas parejas a menudo no están de acuerdo sobre el estatus de su relación; y no reciben de sus amigos y familiares el apoyo social que reciben las parejas casadas".
Citan estudios según los cuales las parejas que cohabitan presentan mayores tasas de violencia doméstica, infidelidad sexual e inestabilidad, en comparación con las parejas casadas. La mayoría de los estudios muestran que las parejas que cohabitan antes de casarse tienen mayor riesgo de divorcio, en comparación con las parejas que se casan directamente sin cohabitación previa (aunque el riesgo de divorcio no parece ser superior en las parejas que solo cohabitan después de comprometerse).
La cohabitación no es el mejor ambiente tampoco para la crianza de los hijos. Según un reciente estudio, el 50% de los hijos nacidos en parejas de hecho verán que sus padres se han separado antes de cumplir los cinco años, mientras que en las parejas casadas eso lo experimentarán el 15% de los hijos".
Hijos en parejas homosexuales
Los académicos advierten que "la actual investigación sobre los niños criados en parejas del mismo sexo es todavía inconcluyente y poco desarrollada: no tenemos estudios longitudinales, de amplia base y a largo plazo". "Sin embargo, amplia literatura científica sobre la crianza de los hijos indica que los dos sexos aportan diferentes talentos a la educación de los hijos, y que es beneficioso para los niños crecer estando a cargo de sus dos padres biológicos".
Más claro les parece que el matrimonio entre personas del mismo sexo solo puede perjudicar al concepto de matrimonio. "El matrimonio homosexual debilita más la idea de que procreación y matrimonio están conectados. Socava la idea de que los hijos necesitan un padre y una madre, debilitando aún más la norma social de que los hombres deben responsabilizarse de los hijos que engendran. Finalmente, el matrimonio homosexual corroerá probablemente las normas de la fidelidad sexual, desde el momento que los partidarios del matrimonio gay y las parejas de este tipo tienden a minusvalorar la importancia de la fidelidad sexual en su definición de matrimonio. Estudios sobre hombres que se han unido civilmente en Vermont indican que el 50% de ellos no valoran la fidelidad sexual, y que los índices de promiscuidad sexual son altos entre los varones gays".
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