Tuesday, October 09, 2007

Episcopados europeos: «Sin familia no hay futuro para Europa»

Conclusión de la asamblea plenaria celebrada en Fátima del 3 al 7 de octubre

FÁTIMA, martes, 9 octubre 2007 (ZENIT.org).- «Sin familia no hay futuro para Europa», escriben los miembros del Consejo de las Conferencias Episcopales de Europa al final de la asamblea plenaria de este organismo que ha tenido lugar en Fátima (Portugal) del 3 al 7 de octubre.

En el nonagésimo aniversario de las apariciones de la Virgen a los tres pastorcillos portugueses Lucía, Francisco y Jacinta, treinta cardenales y obispos del viejo continente se han reunido en el santuario mariano para afrontar temas como el matrimonio y la familia, el ecumenismo y la Unión Europea.

Matrimonio y familia

Por lo que se refiere al primer argumento, los presidentes de los episcopados europeos, explica el comunicado conclusivo, han afrontado la situación del matrimonio y de la familia desde un punto de vista jurídico, institucional, social y pastoral en los diferentes países europeos.

En los intercambios se ha presentado «un panorama preocupante y con muchos contrastes»: por una parte los sondeos testimonian con claridad que el matrimonio y la familia estable «son los ideales prioritarios de los jóvenes europeos»; por otra, «en la práctica, disminuyen los matrimonios religiosos y civiles, aumentan las separaciones, los divorcios, las familias monoparentales, y los niños nacidos fuera del matrimonio».

«Está en crisis la forma tradicional de la familia», constatan los obispos, recordando que las familias viven hoy «en un ambiente caracterizado por el individualismo y la secularización». «Europa perderá su futuro si pierde la familia», dice el comunicado.

A pesar de las dificultades, reconocen los purpurados y prelados, «no faltan señales de esperanza»: «hay testimonios de innumerables familias que viven con coherencia y alegría su propia vocación. Cada vez hay más jóvenes parejas decididas a vivir plenamente su matrimonio y a tener más hijos. Se dan también signos de atención a la familia de parte de la política».

En este contexto, la Iglesia y los cristianos tienen que «movilizarse a favor de la promoción y de la defensa del verdadero bien del hombre, a favor del papel particular de la familia y del matrimonio como célula primaria y fundamental de la sociedad» y «a favor de un rechazo de la relativización de este modelo ante quienes quieren equipararlo con otras formas de convivencia».

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